Artículo original escrito por Jay P. Hailey y publicado en el blog The Art of Not Being Governed el 12 de julio del 2013. Traducción hecha por Raikko Heikkilä.
Nota del Traductor: Desde que comencé a defender la idea de que es posible el surgimiento de una sociedad libre, me he topado con algunos elementos particulares que me han costado explicar bien. Un problema recurrente es el de la defensa de una sociedad sin estado. Si bien tenía una noción de cómo se puede plantear una solución, nunca he podido estructurar bien cómo se defiende una sociedad descentralizada de amenazas externas. Por lo mismo decidí traducir el siguiente artículo al español, ya que en mi opinión presenta de forma clara y didáctica una explicación de la forma en que podría ser posible una defensa eficiente y espontanea.
Raikko Heikkilä
Vamos a usar nuestra imaginación y digamos que hay una tierra de los Azules y una tierra de los Rojos.
Azulandia es una tierra libre. Los azules no tienen un estado como se concibe comúnmente. En lugar de eso, tienen instituciones interrelacionadas que proveen sus servicios en resolución de disputas, protección y seguros.
La República de Rojostán es gobernada por un dictador con puño de hierro. El General Rojas es como Hitler o Stalin; hazlo enojar y dormirás con los peces.
Para el gobierno rojo, la frontera rojo-azul es un problema mayor. Los azules le venden cualquier cosa a cualquiera, todos están armados y se niegan a reconocer la frontera, mucho menos la idea de que el pueblo rojo le pertenece a la nación roja. La mayoría de la gente azul no se preocupa de estas cosas. A ellos no les gusta que en la tierra de los rojos el gobierno use torturas, miedo y asesinatos para imponer su voluntad.
Sin embargo, hay algunos azules que parecen disfrutar quebrando las leyes rojas. Contrabandean bienes y refugiados a través de la frontera, e incluso se contrabandean entre ellos para practicar. El dinero es demasiado bueno para dejarlo pasar; los rojos pagarían casi cualquier precio para escapar, y van a pagar cantidades extremadamente infladas por bienes escasos en la tierra de los rojos.
Los azules siempre están pensando en formas nuevas de contrabandear. El gobierno rojo puede capturar y ejecutar públicamente a un contrabandista, y aun así pareciera que otros cinco se motivan para entrar al negocio. Los azules contrabandean armas e ideas; la policía secreta roja comienza a perder agentes a los contrabandistas azules y la resistencia roja. Aquellos agentes que quedan son forzados a gastar cantidades crecientes de tiempo y recursos vigilándose unos a otros.
Mientras más duro se pone el General Rojas, más creativos se vuelven los azules.
Los refugiados rojos en la tierra azul comienzan a trabajar duro para financiar más contrabando y actividades de resistencia. El General Rojas envía asesinos, pero como todos están armados, matar refugiados rojos es una proposición peligrosa.
Pareciera que todo lo que el General Rojas hace solo genera más enojo y resistencia de parte de los azules y sus nuevos amigos rojos.
Así que el General Rojas comienza a alinear sus tanques a lo largo de la frontera. Está claro que planea invadir.
Varias compañías azules de seguros ven esto con preocupación. Cada persona azul está dispuesta a pedir una compensación a su compañía aseguradora si su propiedad es destruida en una invasión. La compañía Mutual Insurance, que asegura complejos industriales cerca de la frontera, se arriesga a perder millones.
Así que Mutual contrata mercenarios para mantener a raya a la máquina de guerra roja. Por sí mismos, no tienen posibilidades contra una invasión roja, pero Mutual no es la única empresa aseguradora amenazada por el General Rojas y sus matones. La gente que vive en el camino de la invasión también tiene un interés personal en hacerles la vida difícil a los soldados rojos y su maquinaria de guerra.
Los estrategas del General Rojas tienen un problema: no existe una capital azul, ni un cuartel general de defensa. No hay una estructura de mando monolítica. No existe respeto por una autoridad política entre los azules.
Los azules son ricos en comparación a sus contrapartes rojos. Tiempo atrás, los azules comenzaron a organizar ligas de tiro con misiles antiaéreos portátiles, en las que varios equipos compiten por premios, dinero y estatus social. El biatlón, viejo deporte tradicional azul que consiste en tiro al blanco y carreras a campo traviesa, en categorías individuales y en equipo, sigue tan saludable como siempre.
En las etapas iniciales de la invasión, las Fuerzas Armadas Rojas cumplen con todas sus tareas y toman todos los objetivos asignados sin mayor resistencia. Pero después de eso, se ven incapaces de convencer al pueblo azul de que depongan su lucha. No existe una capital ni nadie autorizado a entregar una rendición. Los rojos tendrán que derrotar a cada ciudadano azul individualmente, y ninguno de ellos verá la rendición de cualquier otro azul como una obligación a rendirse.
Mientras que la invasión parece prometedora en las fases iniciales, las consecuencias son horribles. Para empeorar las cosas, la moral de las tropas rojas está decayendo. Surgieron cantidades tremendas de contrabando entre las filas; desde drogas y pornografía a ideas y literatura sediciosa. Las estaciones de radio azules transmiten invitaciones a desertar, música moderna, y publicidad de enormes recompensas para cualquier persona que pueda llevar un avión de combate o un helicóptero militar a territorio azul. El mismísimo General Rojas está en desventaja; las compañías de seguros azules saben que la mejor manera de terminar la invasión es terminar con su vida. Hay una recompensa millonaria para cualquier individuo, rojo o azul, que acabe con su vida. Por otro lado, el General es incapaz de tomar represalias similares, ya que no existe un único líder azul.
Enfrentamientos, amenazas, coerción e incluso una invasión abierta resultan ser contraproducentes para el General Rojas. Él le podrá costar al pueblo azul mucho dinero, miseria y muerte, pero sus interacciones con una sociedad de organización espontanea desencadenó eventos que no pueden jamás ser predichos ni controlados.
Entonces, como un azul libre, que vive en Azulandia, ¿cuál será tu rol? ¿Serás un contrabandista por diversión y rebeldía? ¿Un fusilero que compite en la liga local de biatlón? ¿Un coyote que guía a la gente fuera de la tiranía y hacia la libertad?
Personalmente, me gustaría ser el DJ de radio que pone la música subversiva para el disfrute de azules y rojos por igual.
Vivir en una sociedad libre que no lleva a cabo guerras agresivas no requiere que te quedes inmóvil sin hacer nada mientras Hitler, Stalin, Mao o quien sea estén siendo unos hijos de puta. Sin embargo, como todo lo demás en una sociedad libre, los riesgos que tomas son tuyos.
Si, un tirano puede violar a su pueblo por los recursos necesarios para construir horribles maquinas de guerra. El rol de Alemania en la Segunda Guerra Mundial y cada soldado que va a Afghanistan demuestran que, mientras el asesinato y la violencia es una cosa, la conquista es algo muy diferente.
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